Luis I. Gordillo. 20 enero 2025
Opinión. Onda Cero Euskadi. Audio disponible aquí
A las 11:47 hora local de Washington, 17:47 hora peninsular española, del día de hoy, 20 de enero de 2025, Donald J. Trump tomará posesión como el presidente número 47 de EE UU. Ya lo hizo otro 20 de enero, el de 2017, como el presidente número 45 convirtiéndose, junto con Grover Cleveland, en los dos únicos mandatarios que han ejercido dos presidencias no consecutivas.
Tras realizar el juramento delante del presidente del Tribunal Supremo, el nuevo presidente dirigirá un mensaje a la nación que será, en realidad, un mensaje dirigido al mundo. Habrá que estar muy pendientes de este mensaje para entender las claves de su nueva presidencia.
La mayoría de los comentarios que venimos escuchando sobre los retos de la nueva presidencia de Trump hablan de los conflictos comerciales con Europa y China, de las tensiones internas entre los miembros más liberales y más proteccionistas de su futuro gabinete, de la política migratoria restrictiva que se avecina o de un estilo más agresivo en las relaciones internacionales.
Otros comentarios, más centrados en la figura del inminente presidente, recuerdan sus problemas con la justicia, sus relaciones amorosas y personales, su condescendencia con los asaltantes del Capitolio, su hiperactividad en redes sociales o su gusto por la política espectáculo.
Los hay también quienes apuntan a probables conflictos de interés propios, de su familia y entorno o de su amigo e influencer personal, Elon Musk, quien llegó a costear de su propio bolsillo un millonario fondo para hacer campaña a su favor.
Pero de momento, entre los comentaristas habituales, pocos son los que han entendido el mensaje de la victoria de Trump.
El éxito de Trump se explica tanto por sus aciertos como por los errores de sus contrincantes políticos. Centrándonos en los primeros, se puede destacar su estilo directo, polémico y polarizador: simplifica para el votante medio problemas con raíces y causas muy complejas y compite con los medios tradicionales y periodistas habituales por el establecimiento del relato de los acontecimientos y de la verdad periodística. Cuando le han acusado de ser un creador y propagador de ‘fake news’, él mismo ha devuelto la acusación a sus detractores en idénticos términos, rompiendo una regla no escrita de la política según la cual nunca se ataca a la prensa y convirtiendo la discusión sobre qué es cierto o no en un concurso de popularidad.
Pero la victoria de Trump representa otras muchas cosas. Por un lado, para muchos se ha convertido en un símbolo de lucha contra las llamadas políticas ‘woke’ cuyos detractores acusan a la élite social de propagar y defender a través de periodistas, comentaristas, actores o personajes públicos afines. Además, Trump representa la reivindicación de lo tradicional y de la identidad de la América profunda, frente a la superioridad moral de la que acusan sus partidarios a las élites de las dos costas estadounidenses. Igualmente, su estilo extremadamente directo, su aversión a evitar cualquier cuestión polémica y su audacia a la hora de tomar decisiones, lo dotan de una gran popularidad entre quienes anhelan un mayor ejercicio de autoridad desde la Casa Blanca.
Por último, Trump ha sabido conectar con las preocupaciones presentes e inmediatas de la sociedad, prometiendo lo que cada cierto tiempo se olvida que es fundamental en todo Estado: garantizar la seguridad, interior y exterior. Y promete hacerlo reduciendo la ingente cantidad de dinero que EE UU gasta en proteger Europa y ha dado a entender que su país renuncia a ser el gendarme mundial y que cada cual ha de responsabilizarse de su propia seguridad.
No es ningún secreto que, salvo excepciones, a pocos líderes europeos les gustaba Trump. La prensa del viejo continente ha sido particularmente crítica con él y los votantes europeos seguramente no le habrían aupado a la Casa Blanca. Pero es que Trump no se presentaba a las elecciones ni en Madrid, ni en París, ni en Bruselas. Comienza la presidencia de Trump, esperemos que nuestros líderes hayan entendido el mensaje.